Como sabemos, en el Pakistán aún sigue aumentando el número de víctimas y miles y miles de personas corren el peligro de morir congeladas ahora que se avecina el invierno.
Era un canario viejo, recuerdo triste de una muerta, al que yo no había dado libertad por miedo de que se muriera de hambre o de frío, o de que se lo comieran los gatos.