Para concluir, quisiera, en nombre de la Organización Mundial del Comercio, desear a las Naciones Unidas todo lo mejor en este prometedor sexagésimo cumpleaños.
Por el contrario, nunca se perdonó el haber confundido el augurio magnífico de los árboles con el infausto de los pájaros, y sucumbió a la perniciosa costumbre de su tiempo de masticar semillas de cardamina.