Al igual que otros egipcios que podían permitírselo, Ani incluyó en su pergamino hechizos, oraciones y códigos que pensaba que su espíritu podía necesitar.
Y cuando comprobaron que diciendo cosas buenas y bonitas de todo y de todos, volvían a escucharles, se llenaron de alegría y olvidaron para siempre su hechizo.
Una vez allí consultó varios libros de caballería, cuya lectura le interesaba extraordinariamente, y pudo comprobar que el gallo cantó siempre dos veces en cuantas ocasiones se recurrió a aquel juramento.
El señor Weasley era un mago plenamente cualificado que trabajaba en el Departamento Contra el Uso Incorrecto de los Objetos Muggles del Ministerio de Magia, pero no tenía experiencia en materia de maldiciones, que Harry supiera.
Las hermanas de la Sirenita, por su parte, entregaron sus cabelleras a cambio de una daga mágica con la que matar al príncipe, y así poder romper el hechizo, recuperando su forma original de sirena y volviendo al mar.