Las mesas redondas han acrecentado el interés de la comunidad local, permitiéndole tener un mejor conocimiento de la labor del Instituto, realzando su presencia en Hiroshima y fomentando su apoyo.
En los dos años transcurridos desde el establecimiento de la Oficina Regional del Instituto en Hiroshima, esta ciudad ha sido visitada por unos 500 expertos internacionales y participantes en las actividades de capacitación.
Por ser el único país que ha experimentado la devastación resultante de un bombardeo nuclear, el Japón está decidido a asegurar que nunca caigan en el olvido las tragedias de Hiroshima y Nagasaki.
Esos educadores dictaron conferencias en Tokio, Hiroshima y Nagasaki acerca de la necesidad del desarme nuclear e intercambiaron opiniones con las víctimas de las bombas atómicas y con representantes de organizaciones no gubernamentales.
Pide a todos los gobiernos que tengan en cuenta las lecciones de Hiroshima y Nagasaki y que emprendan de inmediato negociaciones multilaterales para aprobar una convención sobre la eliminación total de las armas nucleares.
En el sexagésimo aniversario del lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki, la comunidad internacional espera con razón que haya progresos en el desarme y la no proliferación nucleares en todos sus aspectos.
Representando al UNITAR en la región de Asia y el Pacífico y buscando sinergias con otros proyectos del Instituto, la Oficina Regional de Hiroshima también fortalece las asociaciones entre las Naciones Unidas y otras entidades.
Por último, la oradora subraya la importancia que reviste la educación sobre la no proliferación y el desarme nuclear y alienta a los gobiernos a que den a sus funcionarios y parlamentarios la oportunidad de visitar Hiroshima y Nagasaki.
Se creó debido al temor que supuso el uso indebido de los avances en tecnología atómica por parte de los gobiernos y después de los bombardeos sobre Hiroshima y Nagasaki.
El 6 y 9 de agosto de 1945, las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki fueron testigos de cómo dos bombas de 16 y 21 kilotones cambiaban la historia del mundo para siempre.