Los bienes adquiridos por los cónyuges mediante su trabajo durante su comunidad matrimonial, así como los ingresos provenientes de esos bienes, son bienes comunes.
Nuestros conciudadanos merecen unas Naciones Unidas que inspiren su respeto y que sean dignas de las contribuciones que pagan a través de los impuestos, un dinero que tanto les cuesta ganar.