Me mantuve observando aquel movimiento incesante de hombres uniformados hasta que fui consciente de las múltiples miradas que mi inmovilidad estaba recibiendo.
Recuerdo haber recorrido la pendiente de la rue de Portugal, mantengo algunas imágenes dispersas del Zoco de Afuera como un hervidero de puestos, animales, voces y chilabas.
La gente entraba y salía de las tiendas, los cafés y los bazares, cruzaba la calle, se detenía en los escaparates y charlaba con conocidos en las esquinas.
La compañía de Wickham era de gran utilidad para disipar la tristeza que los últimos y desdichados sucesos habían producido a varios miembros de la familia de Longbourn.
Después tomó un coche para que lo llevase al bosque, y miraba despreciativamente a los transeúntes, con ganas de gritar: “¡Soy rico! ¡Tengo doscientos mil francos! ”
Los centros comerciales se llenan de gente que va y viene afanosamente comprando comestibles y regalos. En la noche del 24, llamada Nochebuena, todas las familias se reúnen alrededor de una suculenta cena.
Los centros comerciales se llenan de gente que va y viene afanosamente comprando comestibles y regalos. En la noche del 24, llamada Nochebuena, todas las familias se reunían alrededor de una suculenta cena.
A veces venían cosas camufladas y a deshora, tapadas con mantas y cargadas por hombres de rostro cetrino. A veces los trajines se hacían a las claras del día, observados por todo aquel que pasara por la calle.