La calidad del agua puede determinarse por la situación epidemiológica de algunas enfermedades relacionadas con el agua, fundamentalmente las enfermedades intestinales contagiosas.
Al determinar cuál es la utilización equitativa y razonable, los Estados asignarán en primer término las aguas a la satisfacción de las necesidades humanas vitales.
Sólo se efectúa el control del saneamiento de las aguas suministradas a aproximadamente el 55% de la población, incluyendo este control pruebas microbiológicas, químicas y radiológicas a niveles satisfactorios.