Cuando llegue ese día, se hará realidad la promesa última de todas las religiones reveladas, con la emergencia de un ser humano perfecto que será el heredero de todos los profetas y hombres piadosos.
Al día siguiente enterramos al maestro, con sepelio en la misión católica, responso solemne y toda la parafernalia propia del más fervoroso de los creyentes.
Nos hemos levantado con orgullo, porque no existe un pueblo más solidario y optimista que el nuestro; porque somos la afición más leal que existe, y porque nunca perdemos la fe.
En ella había agradecimiento por lo pasado y reverente petición por lo futuro; y cuando se durmió sobre su gran almohada blanca, sus sueños fueron tan etéreos, dulces y hermosos como los puede desear la adolescencia.