Somos, además, una nación respetada y apreciada en el mundo y con una profunda vocación universal, imprescindible para promover nuestra cultura y defender nuestros intereses en un mundo global.
La señora Barry tenía decorada su mesa —dijo Ana, que no estaba privada del todo de la inteligencia de la serpiente—, y el ministro le hizo un cumplido por ello.