Creí reconocerlos: pertenecían a la estirpe bestial de los trogloditas, que infestan las riberas del Golfo Arábigo y las grutas etiópicas; no me maravillé de que no hablaran y de que devoraran serpientes.
En el periodo entre guerras, con el beneplácito inglés, la migración judía a Palestina continúa creciendo a un ritmo bestial por culpa del antisemitismo europeo que alcanza su culmen en el auge de los fascismos en Europa.