Las decisiones no las tomarían ni los políticos ni las corporaciones, que no existirían, sino las computadoras de acuerdo con un criterios estrictamente técnicos.
El obispo agradecía las actas, pero su falta de rigor contrariaba la claridad del proceso, de modo que el exorcista debía proceder según su propio criterio.
No le era fácil establecer diferencias reales entre los niños y los adultos, pero en último análisis prefería a los niños, porque tenían criterios más ciertos.
Era el mismo punto de vista de Mauricio Babilonia, pero Meme se resistía a darle crédito, pues en el fondo suponía que estaba inspirado en un mal criterio de menestral.