No tuvo que romper el sobre, pues la goma se había disuelto con el agua, pero la carta estaba seca: tres folios densos, sin encabezado, y firmados con las iniciales del nombre de casada.
La leyó una vez a toda prisa sentado en la cama, más intrigado por el tono que por el contenido, y antes de pasar al segundo folio ya sabía que era justo la carta de improperios que esperaba recibir.
Esa mañana mantuvo una audiencia con Mariano Rajoy, que entonces era el presidente del gobierno, y le extendió unos folios y le dijo yo he escrito este mensaje que me gustaría trasladar a los españoles.