Estudios realizados sobre el golf, el juego de bolos y el polo acuático indican que la práctica de breves rituales puede inducir un desempeño más constante y preciso bajo presión.
Cuando de repente me pongo delante de la pelota de golf con el palo y demás, de repente, es como que se me olvida todo y me concentro mucho en eso y me ayuda a descansar mucho la cabeza.
Y cuando se cansaba de eso se iba a jugar al golf con los guardias, o salía a montar a caballo por la pradera o por la alameda que conducía hacia aquel pico nevado, aunque, eso sí, siempre sin alcanzar su pie.
Podría haberme regalado un vídeo o un juego de palos de golf, pero no, tuvo que regalarme el repelente de mujeres, la pieza más fea de las joyas de la corona.