Tengo un dolor de muelas espantoso, dése cuenta. Aunque tenga que esperar un poco, no importa. Lo importante es que me saque esta maldita muela hoy mismo.
Patahueca peló los ojos; en el aire pesaba la amenaza del fin del mundo, y dijo a la lechuza: —¡Hualí, hualí, tomá tu sal y tu chile...; no te tengo mal ni dita y por si acaso, maldita!
Estuvo de acuerdo conmigo pero me, confesó que no tenía idea de cómo hacerlo, pues aún quedaban veintiséis hombres a bordo, que habían participado en una conspiración maldita, y que, a estas alturas, no estarían dispuestos a renunciar a ella.