Siempre había habido en el planeta del principito flores muy simples adornadas con una sola fila de pétalos que apenas ocupaban sitio y a nadie molestaban.
Por un lado por su escasa duración, ya al principio de la primavera sus pétalos comienzan a desprenderse en cadena, simbolizando la naturaleza efímera de la vida.
Con los pétalos y las hojas alimentan sus jardines de hongos y estos proporcionan nutrientes a la gran colonia de hormigas, cuyo número puede superar los ocho millones.
Se pueden llegar a contar hasta 300 pétalos en cada una de ellas, pero sólo nacen en un par de árboles del parque Kenroku, en la ciudad de Kanazawa, por lo que son considerados un tesoro natural.
El príncipe cogió la rosa y se la llevó a la princesa, que tras secar sus lágrimas volvió a sumergir su cabello en agua y pétalos de rosa, recuperando el color rojo intenso de su pelo.