Su propósito es contribuir a la preservación de la sonoridad y a la consolidación de esquemas de composición musical que posibiliten su desarrollo e incorporación a las referencias musicales nacionales y mundiales.
Adelante pasaran con el coloquio dueñesco, si no oyeran que el pífaro y los tambores volvían a sonar, por donde entendieron que la Dueña Dolorida entraba.
La luz del fuego, el son de los bélicos instrumentos, casi cegaron y atronaron los ojos y los oídos de los circunstantes, y aun de todos los que en el bosque estaban.
Don Ygnacio de Alfaro y Dueñas, segundo marqués de Casalduero y señor del Darién, también había oído la música desde la hamaca de la siesta, que colgaba entre dos naranjos del huerto.
Desde el taller solitario oyó las músicas marciales, la artillería de aparato, las campanas del Te Deum, y algunas frases de los discursos pronunciados frente a la casa cuando bautizaron la calle con su nombre.
Florentino Ariza los esperó en el puente, junto con las autoridades provinciales, en medio del estruendo de la música y los cohetes y los tres bramidos densos del buque que dejaron el muelle empapado de vapor.