Me di entonces cuenta de que estaba ante un burdel, pero ya era demasiado tarde para hacerme pasar por una nativa desgastada: la pareja estaba a tan sólo unos pasos de mí.
Y mientras fingía dormir, Gepeto, con un poco de cola que echó en una cáscara de huevo, le colocó los pies en su sitio; y tan perfectamente los colocó, que ni siquiera se notaba la juntura.
Los grandes y los nobles distinguidos con fingido placer la mano besan que los tiene oprimidos; aun a los que en el ocio se embelesan, y la poltrona gente los arrastra el temor al cumplimiento.