Una coliflor que le tratamos como que fuera una proteína, el tallo encima encurtido, con un vinagre de coliflor y matizado con nieves de cacao caramelizados.
En una transformación más exótica, las bacterias y los hongos se van turnando para devorar pilas de cacao, suavizando los amargos polifenoles y ayudando a crear el complejo y delicioso sabor del chocolate.