Allí el fox-terrier vio cómo sus compañeros quebraban los tallos con los dientes, devorando en secos mordiscos que entraban hasta el marlo, las espigas en choclo.
De pronto en la distancia, Pinocho vio a Gepeto que desesperado lo seguía en una balsa, cuando una ballena descomunal se trago al viejito y se hundió en el agua.
En una transformación más exótica, las bacterias y los hongos se van turnando para devorar pilas de cacao, suavizando los amargos polifenoles y ayudando a crear el complejo y delicioso sabor del chocolate.
Los trozos grandes de plástico son sin duda malas noticias para los animales marinos como ballenas, albatros y tortugas marinas, que se arriesgan a quedarse enredados entre la basura o a tragar trozos grandes.