Sabes, hay algo que me molesta. Un pequeño detalle, no tiene mucha importancia, pero. . . el día en que entraron en el bodega, con tanta granada y explosivos, el candado no estaba forzado.
Fui al barco con una barra de hierro para arrancar la cubierta que ya estaba bastante despejada del agua y la arena; arranqué dos planchas y las llevé hasta la orilla, nuevamente, con la ayuda de la marea.