Las condiciones penitenciarias son duras: los reclusos viven en celdas hacinadas y con escasa ventilación, que en general sólo abandonan durante dos horas al día.
Las novicias no parecían distraerse de sus labores, pero en realidad estaban pendientes de la abadesa y su visitante mientras se dirigían al pabellón de la cárcel.
Los encarcelados oyeron el ruido seco de los cerrojos al abrirse la puerta en el extremo del corredor. Tres hombres avanzaron hasta la celda de Murray y la abrieron.
Del otro lado del corredor, en la celda de enfrente, estaba encerrado Bonifacio, el siciliano que había matado a su novia y a los dos agentes que fueron a arrestarlo.