Y aunque algunas culturas alimentarias conservadoras rechazaron el manjar lácteo, muchos lo incorporaron y rápidamente agregaron sus propios sabores locales.
Tampoco está incluida en el DSM, aunque algunos especialistas señalan que sí cumple con las características pero no de una adicción, sino de una fobia.
En 1803, la Real Academia Española finalmente la incorporó de manera oficial en el alfabeto y los diccionarios, posicionándose así de manera triunfal en el idioma español.