Por tanto, debían formularse políticas encaminadas al fomento de un clima propicio al comercio, a fin de atraer las inversiones nacionales y extranjeras e impedir la fuga de capitales.
La crisis bancaria desvirtuaba la eficacia de la política monetaria, y cualquier reducción de los tipos de interés para relanzar la actividad económica sólo habría alentado la salida de más capital.
La comunidad mundial asigna una importancia cada vez mayor al problema de la corrupción, pues la fuga de capitales constituye un importante drenaje de los escasos recursos de los países pobres y obstaculiza su desarrollo.
Los países que salen de una situación de conflicto se enfrentan al deterioro de la infraestructura física y social, la escasez de oportunidades de empleo, la reducción de las inversiones extranjeras y el aumento de la fuga de capitales.