Aunque había algunas discrepancias entre marido y mujer, ambos estaban tan satisfechos y tenían tanto que hacer que todo aquello pasó sin broncas de consideración.
La causa primera, como en los grandes pleitos de la historia, fue una divergencia mínima por asuntos de dinero y jurisdicción entre las clarisas y el obispo franciscano.
Porque, a diferencia del pasado, en que las diferencias en Chile fueron resueltas a sangre y fuego, hoy las chilenas y los chilenos acordamos enfrentar democráticamente nuestros desafíos.