Fierro recuerda entonces los tiempos en que poseía casa y familia, y no era maltratado arbitrariamente por los poderosos y los representantes de la Justicia.
Los grandes y los nobles distinguidos con fingido placer la mano besan que los tiene oprimidos; aun a los que en el ocio se embelesan, y la poltrona gente los arrastra el temor al cumplimiento.