Lo único lícito que podía hacerse entonces era apelar al hospital del Amor de Dios, donde tenían senegaleses diestros en el manejo de herejes y energúmenos enfurecidos.
Ella, orgullosa de su criatura, publicitando sus dotes a siniestro y diestro: mi Félix dice, mi Félix hace, mi Félix piensa, ay, mi Félix, qué haría yo sin él.
En esta lección os quiero hablar sobre una fiesta con la que podréis deshaceros de todo el estrés que habéis acumulado hasta el momento arrojando tomates a diestro y siniestro.
Y es posible que esta convención de conducir por la izquierda existiera para que soldados y caballeros diestros pudieran desenvainar más rápido sus armas en contra de los enemigos que pasaran.
Fogueado por la intrepidez de su preceptor, José Arcadio Segundo llegó en pocos meses a ser tan ducho en martingalas teológicas para confundir al demonio, como diestro en las trampas de la gallera.
Inmediatamente, nos pusimos a trabajar y Xury demostró ser mucho más diestro que yo en la labor, pues, en realidad, no tenía mucha idea de cómo realizarla.
Al conducir, ya sea desde el suelo o montados a caballo, los hombres diestros preferían caminar o montar por el lado izquierdo de los caballos, para poder controlar los animales con sus manos derechas.
Con un principio de terror advertí que me oía con extrañeza, y busqué amparo en una discusión literaria sobre los detractores de Emerson, poeta más complejo, más diestro y sin duda más singular que el desdichado Poe.
Una tarde, yendo yo con Platero por la cañada de las Animas, me vi al ciego dando palos a diestro y siniestro tras la pobre burra, que corría por los prados, sentada casi en la hierba mojada.