Somos capaces de edificar rascacielos de cientos de metros de altura, mientras en otros lugares estamos derribando las viviendas de chapa de los más pobres.
Los rascacielos derrumbados aportarían cemento triturado al suelo del bosque, cuya acidez se desplomaría, lo que permitiría que una nueva flora prospere.
Las tuberías que gotean causarían el mismo efecto en los edificios de cemento y pasados 200 inviernos, la mayoría de los rascacielos se inclinarían y se derrumbarían.
Cuando cierto andaluz discutía con un turista americano acerca de edificios altos, rechazaba con terminante gesto de la mano todo lo que éste decía en favor de los rascacielos neoyorkinos
Esto es equivalente a un salto humano un poco más de dos campos de fútbol de longitud, y un salto de altura 40 metros más alto que el rascacielos más alto de Sudamérica, la Gran Torre Santiago.