Cayetano se excusó por entrar sin ser invitado. El marqués le explicó que nadie hacía caso del aldabón porque se había perdido la costumbre de recibir visitas.
––Querido señor ––respondió Collins––, le quedo muy reconocido por esta amistosa advertencia, y puede usted contar con que no daré un solo paso que no esté autorizado por Su Señoría.
Si me permite el atrevimiento, creo que fue un cuchillo o un puñal. Una navaja resultaría demasiado pequeña para esta abertura, y una espada demasiado grande. Además, ¿quién lleva espada hoy en día?
Pero quiero esperar lo mejor y que Wickham no sea tan malo como se ha creído, que no sea más que ligero e indiscreto; pues lo que ha hecho ––alegrémonos de ello–– no indica mal corazón.