Entonces empezó el viento, tibio, incipiente, lleno de voces del pasado, de murmullos de geranios antiguos, de suspiros de desengaños anteriores a las nostalgias más tenaces.
Si les decimos a las personas mayores: " He visto una casa preciosa de ladrillo rosa, con geranios en las ventanas y palomas en el tejado" , jamás llegarán a imaginarse cómo es esa casa.
Pinocho, no podía poner gorra alguna, porque no la tenía: se acercó a la pared, y sintió que en aquel momento le caía encima un gran cubo de agua, que lo puso hecho una sopa de pies a cabeza.