Además, científicos del Centro han elaborado y patentado un plaguicida biológico innovador, disponible para la agroindustria de los países en desarrollo.
Entre ellas se encuentran, entre otras, las mosquiteras tratadas con insecticida (MTI), los larvicidas y la reducción de las fuentes de vectores mediante la gestión ambiental.
El cultivo intensivo del arroz, con la aplicación ineficiente de plaguicidas, ha perjudicado gravemente la diversidad biológica agrícola y ha tenido como consecuencia la contaminación ambiental.
Lamentablemente, ese grupo de insecticidas se utiliza también intensamente en la agricultura, la ganadería, la pulverización de espacios abiertos y la lucha contra las plagas del hogar.
Aunque las MTI se siguen contemplando principalmente como un instrumento de protección personal, la investigación ha demostrado que pueden ser una alternativa a la pulverización residual en interiores.
El ámbito de la GIV es global. Con él se promueve la gestión apropiada de los insecticidas, incluida su utilización juiciosa y la manipulación eficaz de las existencias.
Como las aplicaciones de insecticida se limitan a las condiciones en las que es críticamente necesario, mediante la GIV se puede ampliar el período de eficacia de los insecticidas alternativos.
Esto supone que, además de los beneficios que obtengan con las patentes de los nuevos cultivos transgénicos, se aseguran de que se sigan vendiendo sus propios pesticidas.